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Afrontar la pérdida perinatal: cómo acompañar desde el corazón y el cuidado psicológico

Fecha: 03 Oct 2024 - 19:44
La pérdida perinatal, definida como la muerte del bebé durante el embarazo o en las primeras semanas de vida, es uno de los eventos más devastadores que puede experimentar una familia. Aunque las cifras varían, se estima que en España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de mortalidad fetal se sitúa en torno al 4-6 por mil nacimientos anuales, lo que significa que miles de familias atraviesan este duelo cada año. Esta experiencia no solo supone la pérdida de un hijo, sino también el duelo por las expectativas, los sueños y las ilusiones que los padres habían depositado en la llegada de su bebé.
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El impacto emocional de la pérdida perinatal
El duelo perinatal es único y puede ser profundamente complejo. Doka (1989) acuñó el término «duelo no reconocido» para describir el duelo perinatal, ya que a menudo no se reconoce completamente ni se valida socialmente. Muchas veces, la sociedad no ofrece el espacio para que los padres puedan expresar su dolor, bajo la errónea premisa de que «aún no era un bebé» o que «pronto podrán tener otro». Este tipo de comentarios, aunque generalmente bien intencionados, suelen minimizar el sufrimiento emocional que sienten los padres.
Desde el punto de vista psicológico, el duelo perinatal puede llevar a sentimientos de culpa, tristeza profunda, vacío emocional y aislamiento. Jaffe y Diamond (2011), en su obra Reproductive Trauma, explican que las emociones derivadas de la pérdida pueden generar trastornos como la depresión, la ansiedad y en algunos casos, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), especialmente si el entorno no ofrece el apoyo adecuado.
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El protocolo en entornos hospitalarios en España
En España, el manejo de la pérdida perinatal en los hospitales ha mejorado significativamente en los últimos años, con la implementación de protocolos diseñados para atender tanto a la madre como al entorno familiar desde una perspectiva integral, que incluye el cuidado emocional. Según las Recomendaciones del Ministerio de Sanidad (2016), es crucial que el personal sanitario ofrezca un acompañamiento sensible y respetuoso ante este tipo de situaciones.
Comunicación empática: El protocolo hospitalario establece que los profesionales de salud deben comunicar la noticia de la pérdida de manera clara y empática. Según Kohner y Henley (1995) en su manual When a Baby Dies, la forma en que se comunica la pérdida puede influir profundamente en la experiencia de duelo de los padres. La noticia debe ser dada en un espacio privado, ofreciendo tiempo y apoyo emocional, evitando tecnicismos que puedan dificultar la comprensión del evento.
Acompañamiento emocional: Tras la pérdida, es fundamental ofrecer a los padres la posibilidad de estar con su bebé, si así lo desean. El contacto con el cuerpo del bebé, aunque emocionalmente difícil, es un paso que puede ayudar en la construcción de un cierre emocional. En este sentido, el protocolo anima a permitir que los padres puedan ver, tocar y despedirse de su bebé, una práctica cada vez más aceptada en hospitales españoles, siguiendo las recomendaciones de Nils Bergman y otros expertos en cuidados perinatales.
Apoyo psicológico y redes de apoyo: Los hospitales suelen contar con psicólogos perinatales o trabajar en colaboración con asociaciones especializadas en la pérdida gestacional y neonatal, como Umamanita o Matrioskas, que ofrecen asistencia emocional a las familias y recursos de duelo. Además, según los protocolos del Ministerio de Sanidad, es crucial informar a los padres de los grupos de apoyo disponibles y facilitar el seguimiento psicológico durante las semanas y meses posteriores.
Cuidado de la madre: En el plano físico, es esencial que la madre reciba los mismos cuidados que una madre que ha dado a luz a un bebé vivo, ya que su cuerpo experimenta cambios postparto como la lactancia, contracciones uterinas y, en algunos casos, cesáreas o procedimientos invasivos. El protocolo establece la importancia de tratar a estas madres con especial delicadeza, reconociendo el impacto emocional añadido. -
Consejos psicológicos para afrontar la pérdida perinatal
El proceso de duelo perinatal es único para cada persona y puede durar meses o incluso años. Aquí algunos consejos psicológicos que pueden ayudar a las familias a procesar esta difícil experiencia:
Validar el dolor: Uno de los aspectos más importantes del duelo es permitirse sentir todas las emociones que acompañan a la pérdida, sin juicio. Es normal que los padres experimenten una montaña rusa emocional, desde la tristeza profunda hasta el enojo o la negación. Como señalan Kersting y Wagner (2012) en su revisión sobre el duelo perinatal, validar estos sentimientos es esencial para evitar que se conviertan en un trauma no resuelto.
Buscar apoyo: Hablar sobre la pérdida con personas cercanas o con profesionales puede ayudar a aliviar el peso del dolor. Los grupos de apoyo o la terapia especializada en duelo perinatal ofrecen un espacio seguro donde los padres pueden compartir su experiencia con otras familias que han pasado por situaciones similares.
Rituales de despedida: Los rituales de despedida pueden ser una parte crucial del proceso de sanación. Esto puede implicar desde una ceremonia de despedida hasta un objeto simbólico que recuerde al bebé, como su huella o una carta de despedida. Klass, Silverman y Nickman (1996) explican que estos rituales permiten a los padres integrar la pérdida en su historia de vida, en lugar de intentar olvidar lo ocurrido.
Aceptar que el duelo no sigue una línea recta: El duelo perinatal no tiene un tiempo estipulado ni un «proceso estándar». Hay días en los que el dolor es más agudo y otros en los que se puede sentir una cierta paz. Lo importante es recordar que no hay una forma «correcta» de vivir este duelo. -
El papel del entorno
El entorno familiar y social juega un papel clave en el apoyo a los padres que enfrentan la pérdida de un bebé. Como señala Rodríguez Muñoz (2020) en su Manual de Psicología Perinatal, es importante que familiares y amigos eviten minimizar el dolor o apresurar el proceso de recuperación. Frases como «ya tendrás otro» o «mejor ahora que más tarde» pueden ser muy dañinas, aunque no se diga con mala intención.
En su lugar, ofrecer una escucha activa, respetar los tiempos de duelo de la pareja y estar disponibles para tareas prácticas o emocionales es el mejor apoyo que puede ofrecerse. Cada familia vive la pérdida de una forma diferente, por lo que lo más importante es acompañar sin imponer formas de duelo.
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Conclusión
La pérdida perinatal es una de las experiencias más dolorosas que una familia puede enfrentar, y es crucial que tanto los profesionales como el entorno social ofrezcan un acompañamiento respetuoso y empático. En los últimos años, los protocolos hospitalarios en España han avanzado hacia un modelo más humanizado, centrado en el bienestar emocional de los padres. Sin embargo, aún queda camino por recorrer para que esta realidad sea plenamente comprendida y validada socialmente.
La clave para superar el duelo perinatal no está en olvidar, sino en aprender a integrar la pérdida como parte de la historia familiar, dándose permiso para sentir, recordar y seguir adelante a su propio ritmo. Como dice el proverbio, «el duelo no desaparece, solo cambia de forma con el tiempo».
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Referencias
Bergman, N. (2010). Hold Your Premie. Kangaroo Care Foundation.
Doka, K. (1989). Disenfranchised Grief: Recognizing Hidden Sorrow. Lexington Books.
Jaffe, J., & Diamond, D. (2011). Reproductive Trauma: Psychotherapy with Infertility and Pregnancy Loss Clients. APA Press.
Kersting, A., & Wagner, B. (2012). «Complicated grief after perinatal loss.» Dialogues in Clinical Neuroscience, 14(2), 187-194.
Kohner, N., & Henley, A. (1995). When a Baby Dies: The Experience of Late Miscarriage, Stillbirth and Neonatal Death. Routledge.
Klass, D., Silverman, P. R., & Nickman, S. L. (1996). Continuing Bonds: New Understandings of Grief. Taylor & Francis.
Rodríguez Muñoz, M. F. (2020). Manual de Psicología Perinatal. Madrid: Ediciones Pirámide.
‘Baby blues’ o tristeza posparto

Fecha: 03 Oct 2024 - 19:39
El Baby Blues, también conocido como «tristeza postparto», es un estado emocional temporal que afecta a muchas mujeres después del nacimiento de su bebé. A diferencia de la depresión postparto, el baby blues se caracteriza por una serie de síntomas leves que suelen aparecer en los primeros días tras el parto y, por lo general, desaparecen por sí solos en unas semanas. Según el Manual de Psicología Perinatal de María Fe Rodríguez Muñoz (2020), esta experiencia emocional es un fenómeno común y natural que afecta a cerca del 80% de las madres recientes.
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Síntomas del Baby Blues
Los síntomas del baby blues suelen comenzar entre el tercer y el quinto día después del parto y pueden incluir:
Llanto frecuente sin una razón aparente
Sentimientos de tristeza o vacío
Irritabilidad y cambios de humor repentinos
Fatiga extrema
Dificultad para concentrarse
Ansiedad leve
Sensación de abrumo por las responsabilidades del cuidado del recién nacido
A diferencia de la depresión postparto, estos síntomas no interfieren de manera significativa en la vida diaria de la madre ni en su capacidad para cuidar al bebé. Rodríguez Muñoz (2020) señala que el baby blues tiende a mejorar sin intervención médica, aunque es esencial que la madre reciba apoyo emocional durante este periodo. -
Causas del Baby Blues
Las causas del baby blues son multifactoriales. Entre los factores principales, Rodríguez Muñoz (2020) destaca los cambios hormonales bruscos que se producen después del parto. Los niveles de estrógeno y progesterona disminuyen drásticamente en las primeras horas después del nacimiento del bebé, lo que afecta el equilibrio químico del cerebro y, por lo tanto, el estado de ánimo.
Otro factor importante es el agotamiento físico y mental. Las demandas del recién nacido, las dificultades para descansar adecuadamente y la nueva dinámica familiar pueden generar una sensación de abrumo en la madre. Además, la presión social y personal por ser una «buena madre» puede exacerbar estos sentimientos.
Rodríguez Muñoz también subraya la importancia del componente emocional. Muchas madres se sienten sobrepasadas por la intensidad del vínculo con el bebé, y el proceso de matrescencia —la transformación psicológica y emocional que experimenta una mujer al convertirse en madre— es en sí mismo un desafío. A esto se le añade el posible desajuste de expectativas, ya que la maternidad puede no ser lo que muchas mujeres imaginaban.
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Diferencias entre Baby Blues y Depresión Postparto
Es importante no confundir el baby blues con la depresión postparto. Según Rodríguez Muñoz, la principal diferencia es la duración e intensidad de los síntomas. Mientras que el baby blues dura entre una y dos semanas y no interfiere gravemente en la vida de la madre, la depresión postparto es más persistente y puede durar meses si no se trata adecuadamente.
La depresión postparto afecta a alrededor del 15% de las madres y sus síntomas incluyen:
Desesperanza y tristeza profunda
Falta de interés en el bebé o en actividades diarias
Dificultad para conectar emocionalmente con el bebé
Pensamientos negativos recurrentes
Problemas graves para dormir y comer
En estos casos, es fundamental buscar ayuda profesional, ya que la depresión postparto puede tener consecuencias duraderas tanto para la madre como para el desarrollo del bebé. -
Consejos para manejar el Baby Blues
Si bien el baby blues no suele requerir tratamiento médico, Rodríguez Muñoz (2020) recomienda varios enfoques para que las madres manejen mejor este periodo:
Descanso: Aunque es difícil con un recién nacido, es crucial que la madre intente descansar tanto como sea posible. Dormir cuando el bebé duerme puede ser una buena estrategia.
Apoyo social: Es importante que las madres no se sientan aisladas. Hablar con amigos, familiares o con otras madres puede ayudar a normalizar sus emociones y reducir la ansiedad.
Cuidado propio: La madre debe tratar de dedicar tiempo a actividades que le gusten o que le permitan relajarse, aunque sea por periodos cortos. Un baño, una caminata o una breve siesta pueden marcar una gran diferencia.
Pedir ayuda: Delegar tareas relacionadas con el cuidado del bebé o las responsabilidades del hogar puede liberar a la madre para que pueda recuperarse física y emocionalmente.
Comunicación con la pareja: Es importante que la madre hable abiertamente con su pareja sobre cómo se siente, para que ambos puedan apoyarse mutuamente durante esta transición.